Hay algo que todos intuimos, pero que muchas veces olvidamos: la vida es un regalo que no nos pertenece del todo. Jesús nos invita hoy a sus discípulos a estar atentos, vigilantes, no porque quiera asustarles, sino porque sabe lo fácil que es dormirse en la rutina, descuidar lo esencial o vivir como si tuviéramos todo el tiempo del mundo.
La imagen del ladrón que llega cuando menos se espera no busca infundir miedo, sino hacer que despertemos. Si el dueño de casa supiera cuándo va a venir el ladrón, estaría preparado; pero como no lo sabe, debe vivir atento. Así también nosotros: no sabemos cuándo vendrá el Señor, ni cuándo se cruzará en nuestro camino a través de una persona, una oportunidad o una necesidad concreta. La cuestión no es cuándo vendrá, sino si estamos viviendo de tal manera que, cuando llegue, nos encuentre amando.
Pedro, curioso como siempre, pregunta si la parábola va dirigida solo a los apóstoles o a todos. Y Jesús responde hablando del administrador fiel y prudente: aquel que, mientras su señor está lejos, sigue cumpliendo su tarea con responsabilidad, sirviendo y cuidando a los demás. En cambio, el criado infiel se aprovecha del tiempo, se deja llevar por el egoísmo y maltrata a los otros. La diferencia entre uno y otro no está en lo que saben, sino en cómo viven lo que saben.
En el fondo, Jesús nos está hablando de la fidelidad en lo cotidiano. Estar preparados no significa vivir con ansiedad, sino vivir con coherencia. Significa hacer bien lo que tenemos entre manos, cuidar de las personas que se nos confían, ser justos, amables, generosos, incluso cuando nadie nos mira. Porque el verdadero discípulo no actúa por miedo a un castigo, sino por amor a su Señor.
Y llega una frase que lo resume todo: ?Al que mucho se le dio, mucho se le pedirá.? No es una amenaza, sino una llamada a la responsabilidad. Cada uno de nosotros ha recibido dones, oportunidades, talentos, relaciones. Dios confía en nosotros, nos entrega mucho, y espera que hagamos mucho bien con ello.
Este evangelio nos invita a preguntarnos: ¿estoy viviendo como un administrador fiel de lo que Dios me ha dado? ¿O me comporto como si todo me perteneciera y pudiera hacer con ello lo que quisiera? Quizá Jesús hoy nos dice: ?Vive cada día como si fuera una visita mía. Que cuando llame a tu puerta, te encuentre amando, sirviendo y cuidando.? Porque, al final, eso es estar preparado: tener el corazón despierto y las manos ocupadas en el bien.
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